
El viejo crucero USS Cape St. George se ha trasladado a San Diego para ayudar a escoltar portaaviones hacia y desde el Indopacífico y Oriente Medio. Sin embargo, existen dudas sobre el futuro de este buque de la época de la Guerra Fría, incluso con su reciente modernización de 601 millones de dólares.
Durante los últimos cuatro años, el buque fue equipado con el sistema de defensa aérea más avanzado y con la capacidad de disparar misiles SM-6, algunas de las armas más potentes de la Armada. Ahora debe someterse a pruebas de mar y, posteriormente, a mejoras para poder acoger una tripulación de aproximadamente 330 personas.
La Armada no ha anunciado públicamente cuándo estará listo para desplegarse el Cape St. George. Sin embargo, el buque forma parte de un proyecto de 3.700 millones de dólares, profundamente problemático, para modernizar siete cruceros de la clase Ticonderoga y extender su vida útil cinco años.
“Solo tres de los siete buques completarán la modernización, y ninguno alcanzará los cinco años de vida útil previstos”, declaró la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de EE. UU., una entidad no partidista, en un informe publicado en diciembre. La Armada desperdició 1.840 millones de dólares en la modernización de cuatro cruceros que habían sido desactivados antes de su despliegue.
La GAO atribuyó el problema principalmente a la mala mano de obra de los contratistas y a una planificación deficiente por parte de la Armada. Los evaluadores observaron que uno de los buques, el USS Gettysburg, completó la modernización, pero partes de sus sistemas de armas no funcionaron correctamente, lo que planteó dudas sobre su capacidad para realizar la tarea.
La Armada también detectó problemas operativos significativos en otro crucero “Tico”, el USS Vicksburg, mientras se encontraba en pruebas marítimas, según la GAO.
Esto ha suscitado dudas sobre todo el programa de modernización, y en un momento crucial. La istración Trump está considerando retirar del servicio a todos los cruceros próximamente para ahorrar dinero y construir buques de guerra más modernos.
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$600M overhaul might not be enough to save Navy cruiser that now calls San Diego home